Por regla general, la mayoría de los cazadores no disfrutamos de medios para mantener a punto nuestra relación con la escopeta durante los meses de paro biológico. Así, llegamos a la tan ansiada apertura de veda, con nuestra capacidad de acierto sobre las piezas bastante mermada. Se nos van conejos que ya veíamos en el zurrón y nos quitan las pegatinas de la escopeta esas tortolillas que veíamos colgadas de nuestra cintura.
Es conveniente, las semanas previas a la apertura, dedicarle un tiempo a nuestra puesta a punto. Es conveniente hacer ejercicios de encare rápido y desarrollar lo que sería una tabla de gimnasia, utilizando como aparato la propia escopeta. De esta forma evitaremos molestos dolores en los brazos y la espalda durante las primeras jornadas de caza.
Pero no es suficiente con prepararnos físicamente. En caso de que podamos, es conveniente asistir a un campo de tiro donde corregir nuestros vicios y disparar sobre platos en movimiento como si fueran auténticas piezas de caza. No, no estoy diciendo ir a tirar al plato, con el concepto que tenemos en la retina de ese tirador encarado que dispara sobre platos que salen a una velocidad endiablada, desde un punto siempre fijo, a veinte metros de la puntera de sus botas. Me refiero a poder asistir a un campo de tiro donde, dirigidos por un profesional podamos ver y corregir algunos defectos, disparando sobre platos que salen desde distintos puntos, con velocidades y tamaños similares a los de las piezas de caza reales.
La semana pasada, disfruté de una tarde excepcional en el Campo de Tiro Las Piedras, de Linares. Acompañado de compañeros de la Redacción, pasamos una magnífica tarde de entrenamiento, pudiendo disparar sobre platos que imitan la salida repullada de una perdiz, el cruce rápido frente al puesto de una tórtola, la veloz carrera del conejo buscando el perdedero o el recibo de torcaces en puesto fijo.
Antonio Vargas ha diseñado un campo de tiro donde se pueden disfrutar de las modalidades de foso, compak, recorridos y este particular entrenamiento de tiro de caza.
Contar como monitor de tiro, en el propio campo, con la presencia del actual subcampeón de Europa de foso, en la categoría de superveteranos, Antonio Marín, que, además, tiene el título de entrenador nacional, es un verdadero lujo. Antonio, se sitúa detrás y te indica en que estás fallando en tu técnica y, lo curioso, es que los resultados de la corrección de algún vicio se traducen en resultados inmediatos, de forma que, rápidamente, interiorizas la información recibida y notas los resultados.
La posibilidad de situarte en un puesto y recibir platos de frente, como si estuviéramos en una tirada de zorzales o de tórtolas, con distintas trayectorias y velocidades, te dispara la adrenalina y pides más, deseando poner a prueba esos reflejos que empiezas a desarrollar y que tenías aletargados.
Es importante la posibilidad de contratar clases de tiro con el entrenador nacional, por horas, en distintos días de la semana. Tanto para los que sabemos que todavía podemos mejorar nuestras posibilidades, como para los más jóvenes que necesitan adaptarse a un arma nueva y que todavía no tienen muy claro cuánto hay que correr la mano en según qué situaciones. (Increíblemente barato, dicho sea de paso).
Juntarse cuatro o cinco escopetas una tarde, acercarse al campo de tiro, recibir instrucciones de un gran tirador y poder organizar una liguilla de tiro o un ‘pierde-paga’ es una experiencia estupenda que, además de servir como entrenamiento, es tremendamente útil para eliminar estrés y ganar salud.
Os lo recomiendo, vivamente, para ir calentando motores.
C.E.López
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